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Nuestras RAICES

Somos conocidas como "Hermanas de la Santa Cruz de Menzingen". Estamos llamadas a ser mujeres de Esperanza y nos esforzamos por ser una "Presencia transformadora", dando testimonio de Jesucristo en la realidad concreta en la que vivimos y trabajamos.

Como Hermanas de la Santa Cruz, sentimos que tenemos una gran "deuda" de gratitud con nuestro Fundador, el Padre. Theodosius Florentini, un fraile capuchino franciscano (OFM) y nuestra fundadora, madre Bernarda Heimgartner

Nuestra congregación nació el 16 de octubre de 1844 en Menzingen. En los primeros cinco años, la comunidad pasó de tres a veintitrés miembros. Las hermanas dirigían muchas escuelas pertenecientes a la Iglesia y al gobierno de Suiza. Desde el pueblo de Menzingen, la congregación se extendió principalmente a las partes centrales más pobres de Suiza. De 1845 a 1851, treinta y siete hermanas administraron escuelas para la educación de niñas de quince pueblos. A partir de 1883, la Congregación envió hermanas misioneras a otros países de Europa y otros continentes: África, Asia y América del Sur.

La Congregación está compuesta por hermanas pertenecientes a diferentes nacionalidades, idiomas y culturas. La Congregación, para atender las necesidades emergentes de la sociedad, se ha dedicado al cuidado de la salud, educación, asistencia a huérfanos y mujeres necesitadas. Ha realizado varias otras actividades pastorales y sociales, en diferentes lugares. Como hermanas de la Santa Cruz damos testimonio del mensaje de Jesús, nos comprometemos con el Reino de Dios y lo damos a conocer a la gente.

Nuestro lema es: "En la cruz hay salvación": "In Cruce Salus".

El Espíritu de la Congregación es especialmente el espíritu de la Cruz. Cultivamos la fe en el poder redentor de la Cruz de Cristo, en el que cada hermana encuentra una fuente de esperanza, fortaleza y alegría. A través de nuestro carisma respondemos a las necesidades del tiempo y la realidad en que vivimos. A través de nuestros ministerios compartimos la misión de Cristo al proclamar y construir su reino en catorce provincias del mundo.

Nuestros Fundadores promovieron la vida a través de la educación de los pobres e inculcando valores cristianos en ellos, ya que creían en el poder liberador y transformador de la Educación.

Hoy, como promotoras de la vida, estamos llamadas a llegar a aquellos lugares o áreas donde la vida está en peligro. Para hacer esto, colaboramos y trabajamos en  red con parroquias, líderes de la sociedad, instituciones eclesiales, organizaciones de salud, gobiernos y organizaciones no gubernamentales. Hacemos esto para la transformación de la sociedad y la promoción de la justicia, la misericordia y la igualdad.

Como cocreadoras, abrazamos la creación de Dios; Al promover la solidaridad tomamos medidas para vivir de manera sostenible. En este mundo que nos cambia y desafía constantemente, continuamos cuidando la formación personal y comunitaria; Nos mantenemos al día con los nuevos desafios en la iglesia y la sociedad. Con un enfoque contemplativo de la vida, tratamos de responder de manera proactiva a las necesidades y requerimientos actuales que enfrentamos.