Home

Casa Italia

1888 primera comunidad en Sondrio

Siempre es agradable para nosotras pensar que hemos estado presentes en un deseo de la madre Bernarda, un deseo expresado por ella misma a una hermana en los últimos años de su existencia: abrir una casa en Valtellina. Su sueño no se hizo realidad durante su vida terrenal, pero esa semilla arrojada al corazón de otras hermanas se ha convertido en realidad.

Desde los primeros años de nuestra presencia en Italia, la misión principal ha sido la educación; poder educar a las nuevas generaciones, desde la infancia, está destinado a ayudar a los jóvenes en formación a expresar plenamente su potencial humano y descubrir la belleza del encuentro con Jesús.

A lo largo de los años, las áreas de misión han cambiado, pero con el mismo objetivo que ha permanecido en nosotros: ayudar a las personas a crecer en la fe y dar lo mejor en su vocación, para una transformación profunda de la sociedad.

Actualmente estamos particularmente dedicadas a la colaboración pastoral en la catequesis, en la formación bíblica, en visitar a los enfermos y ancianos, en escuchar y en el acompañamiento espiritual de las personas que llegan a nosotras.  Creemos en la vida comunitaria, ella es  exigente pero tiene un valor valioso  para el desarrollo de nuestras la vidas.

La pasión por la Palabra de Dios y el compartir la fe en las comunidades ha sido y sigue siendo la luz, el apoyo, el consuelo y la motivación en nuestras relaciones fraternas y opciones de misión. Atentas a los signos del envejecimiento, hemos dejado gradualmente grandes estructuras para estar presentes entre las personas desde  pequeñas comunidades.

Gracias a la presencia de personal laico, podemos ofrecer a las hermanas ancianas y enfermas el cuidado amoroso y la atención médica que necesitan; Al mismo tiempo, podemos compartir la misma misión con estas hermanas, recibiendo el apoyo de sus oraciones y su sabio testimonio de vida
Si bien reconocemos que somos "una pequeña presencia" en el territorio, a pesar de los límites de edad y número, sentimos las palabras del Mensaje del Capítulo General como un importante impulso:

"Ser una presencia transformadora, enraizada en Cristo".

El Señor nos acompañe para descubrir la lógica y la fuerza de la levadura: pequeña pero capaz de transformarse y dar vida, si se tiene el coraje de perderla. Nos sentimos así: presencias simples que cada día, confiando en el Señor, nos sumergimos en la realidad del mundo, para tratar desde lo que somos ser un aporte en el cambio desde dentro. No sabemos si veremos los efectos, pero como Madre Bernarda, continuamos cultivando y viviendo este deseo.